El cultivo de la bondad amorosa y la neuroplasticidad de nuestro cerebro

Fundamentos de Mindfulness y Compasión

Cerebro

La bondad es una de las cualidades fundamentales que podemos tener y, también, una de las más poderosas. En el budismo se le conoce como metta –abrir el corazón a todo lo que encontramos–. En el interior de todo sentimiento amistoso se halla la semilla de metta, esperando para desarrollarse justo ahí, en medio de las condiciones de nuestra vida diaria.

Esencialmente metta es una actitud altruista de amor y amigabilidad a diferencia de la mera amabilidad basada en el propio interés. A través de metta uno deja de ser ofensivo y renuncia a todo tipo de rencor, resentimiento y animosidad, desarrollando, en cambio, una mente amistosa, servicial y benevolente que busca el bienestar y la felicidad de los demás.

Desde este pensamiento podemos explicar qué es la meditación mettabhavana, o loving kindness. 

En pali, antigua lengua de la India, bhavana significa “cultivo” o “desarrollo”, por lo tanto mettabhavana se traduciría como el cultivo o desarrollo de la bondad amorosa. 

Metta es una respuesta emocional positiva y creativa que además podríamos ampliar a conceptos/valores como amabilidad, solidaridad, tolerancia, alegría, afecto, reconocimiento, respeto, comprensión, compasión.

Buda enseñó esta práctica como un antídoto para el miedo, base de nuestro sufrimiento que se expresa en el estrés y la ansiedad con que afrontamos las situaciones adversas de la vida.

Cuando somos amables y comprensivos con nosotros mismos y los demás es más probable que podamos aprender de la experiencia, como también ser más colaboradores, solidarios, compasivos y apoyarnos en nuestros esfuerzos para hacer lo que haga falta. 

Se suele decir que en la evolución del ser humano sobrevive “el más fuerte”, pero actualmente se está reevaluando esta concepción porque tal vez en ese proceso en verdad ha tenido un peso importante “el más amable”.

Metta no es algo romántico, no es algo rosa, ni significa fingir o ignorar los problemas que existen en el mundo o en nuestro corazón-mente. Más bien es un intento serio de imprimir un giro radical a nuestra conciencia, que se producirá en forma acumulativa y progresiva con la práctica. 

Practica metta no consiste en auto-engañarnos, ni fingir ni disfrazar nuestra emociones, si al conectar con ellas surge algo que no resulta muy positivo, pues notamos con claridad nuestro sentimiento de indiferencia o irritación, no es cuestión de taparlo haciendo resonar muy alto la frase o algo así.

Reconocer lo que sentimos es imprescindible para poder transformarlo y tal vez lleve un poco de tiempo ir más allá de nuestras respuestas emocionales automáticas.

Una visión de la vida

Metta está relacionada con una visión de la realidad que dice que nada existe independientemente de lo otro, que toda la existencia es una vasta red de fenómenos interconectados e interdependiente, formando los unos las condiciones para la existencia de los otros. Esto atañe a todo, desde una tormenta hasta por supuesto un ser humano.

En su libro “Amor 2.0” la investigadora Barbara Fredrickson dice: “El amor es la clave para mejorar la salud mental y física, así como para alargar nuestra vida. Las investigaciones clínicas señalan que el amor (entendido no como ese sentimiento arrebatado de raíz romántica, sino como «los momentos de conexión significativa entre las personas») es capaz de producir resultados sorprendentes sobre nuestro cuerpo y nuestra psique”.

 

Algunos de los beneficios de mettabhavana o loving kindness basados en la evidencia científica.

Las bendiciones de metta:

“Monjes, cuando el amor universal que conduce a la liberación de la mente es practicado y desarrollado ardientemente, considerado como un recurso inexorable, usado como vehículo propio, hecho el fundamento de la propia vida, plenamente establecido, bien consolidado y perfeccionado, entonces estas once bendiciones pueden esperarse. ¿Cuáles once?: Uno duerme feliz; despierta feliz; no tiene malos sueños; es estimado por los seres humanos; es estimado por los seres no-humanos; los dioses lo protegen; ni fuego, ni venenos, ni armas le hacen daño; la mente consigue concentración rápidamente; la expresión del rostro es serena; muere sin perturbación. (Angutara Nikàya, 11:16)

Práctica

La práctica de la meditación formal mettabahavana consta de cinco etapas. Primero desarrollamos metta hacia nosotros mismos; luego hacia buen amigo; después hacia una persona indiferente o neutra; a continuación, hacia una persona difícil o enemiga, y finalmente hacia todos los seres.

La tradición budista afirma que si bien nuestras actitudes emocionales básicas están profundamente arraigadas, cambiarlas está al alcance de todos si sabemos cómo lograrlo. Lo único que se necesita es hacer un esfuerzo continuo.

Está práctica no esta exenta de desafíos, puede tener un efecto poderoso en quien lo práctica, no solo ayuda a la transformación de los estados mentales y emocionales pero crea una base la acción, comunicación compasiva y la interacción con los demás. Metta, a veces conocida también como “amor incondicional” es una cualidad expansiva y radiante que comienza con la transformación del individuo pero su objetivo a largo plazo es la transformación global de la sociedad y de todos los seres.

"Así como el sol, que no selecciona a quién alumbrará con su luz y su calor, cuando sientes mettá no escoges a quién beneficiarás de esa manera, ni la guardas para quienes consideras dignos de ella". U. Sangharákshita, Loving Kindness (2014)

Tres aspectos de metta

El Metta Sutta o discurso de metta está compuesto de tres partes, cada una de las cuales se enfoca en un aspecto distinto de metta. La primera parte (líneas 3 a 10) cubre aquel aspecto que requiere de una minuciosa y sistemática aplicación del amor benevolente en el comportamiento de la vida cotidiana a nivel individual (ética). La segunda parte (líneas 11 a 20) alude a la bondad amorosa como una técnica diferente de meditación o entrenamiento de la mente que conduce al samàdhi —consciencia superior inducida por la absorción o dhyana. Y la tercera parte (líneas 21 a 40) subraya un compromiso total con la filosofía del amor incondicional y sus extensiones personales, sociales y empíricas —amor benevolente a través de todas las actividades corporales, verbales y mentales-emocionales.

 

Neuroplasticidad

Como dice R. Davidson, doctor en neuropsicología  e investigador en neurociencia afectiva, "la base de un cerebro sano es la bondad y se puede entrenar". Prueba de ello es la elevada plasticidad del cerebro -uno de los grandes descubrimientos realizados en los últimos años-, lo que significa que continuamente está adaptando y modificando su arquitectura en función de la experiencia. 

Es decir, no estamos condenados al cerebro que nos ha tocado en suerte, sino que, gracias al mettabhavana y otras meditaciones como mindfulness, podemos perfeccionarlo. Como nuestro cerebro está en incesante cambio y adaptación, también podemos dirigirlo en una dirección más adecuada. Es precisamente por ello que la práctica mettabhavana y mindfulness se han comparado con una especie de “autocirugía” cerebral. 

Estas prácticas de meditación como mettabhavana o loving kindness y otras especificas que cultivan las emociones positivas y éticas son el corazón del programa “Mindfulness y compasión para la Salud MBPM” creado por Vidyamala Burch (autora del libro “Vivir bien con el dolor y la enfermedad” y fundadora de Respira Vida Breathworks).

 

Velcro y teflón

Otro neuropsicólogo, Rick Hanson, habla de nuestro “sesgo hacia la negatividad”. Se trata de la herencia evolutiva que afecta a nuestra percepción, en concreto la mente se comporta como un radar, enfocando constantemente lo negativo o el peligro. Esto obviamente era muy útil cuando vivíamos en la selva y nuestra vida dependía de ello, pero en la actualidad nos genera muchos problemas y nos hace pasar por alto las experiencias positivas y agradables. 

Concretamente se dice que el cerebro actúa como un velcro para los eventos negativos y como un teflón para los positivos. De modo que no es nuestra culpa tener esta fuerte tendencia evolutiva, pero si nuestra responsabilidad como seres conscientes de de reconocer estas tendencias y gestionarlas para no generar un sufrimiento innecesario. A través de esta maravillosa herramienta, de la tradición contemplativa budista, la práctica de la “bondad amorosa / mettabhavana” estamos reforzando las redes neuronales que contrarrestan esta tendencia a lo negativo, por lado, y también las actitudes hábiles, positivas y éticas, por otro. Incluso podemos pensar en estas redes neuronales como músculos que requieren un entrenamiento disciplinado y constante. Por esta razón es importante meditar regularmente. 

Además, a diferencia de los músculos del cuerpo que tienen un limite en su desarrollo, la ventaja que tiene el entrenamiento de la mente es que puede llevarse muy lejos y de hecho es ilimitado. Precisamente esta cualidad de “amor incondicional” es parte un grupo de cualidades llamadas las cualidades “inconmensurables, ilimitadas o sublimes” (siendo la otras cualidades la compasión, la alegría empática y la ecuanimidad)

En definitiva, como dice Ramón y Cajal, notable científico español y premio Nobel de Medicina, “todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Nunca ha sido más acertado en el caso de la milenaria práctica de mettabhavana.

 


Esta es una versión ampliada de un articulo originalmente publicado por la Revista Tu Mismo.

También gracias a Erika Leonardo de Souza y la Red Conecta puedes leer la versión en Portugués


 

DharmakirtiEl autor:

Dharmakirti Zuazquita es director de Respira Vida Breathworks y Master en mindfulness por la Universidad de Zaragoza.

MBPM Senior Teacher Trainer de profesores de mindfulness y compasión en Europa y Latinoamérica.

Autor del libro co-autor del libro "Kindfulness: Atención consciente y amable para el estrés" de Editorial Siglantana

Miembro co-fundador de la Red Española de Programas Estandarizados de Mindfulness y Compasión; y de la Asociación para el dialogo de la meditación y la ciencia

Profesor del Master de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza, Facultada de Medicina Universidad Alcalá y del posgrado de Terapias de Tercera Generación del Instituto Portugués de Psicología.

Licenciado por la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Universidad Nacional de Córdoba.

Miembro ordenado en la Comunidad Budista Triratna Internacional.

Coach Ontológico acreditado FICOP