Un tiesto más grande

Articulo escrito por Saddhkara, terapeuta y miembro de la Orden Budista Triratna.

Quiero comenzar simplemente transcribiendo parte de un texto de Bhante Sangharakshitta que, a su vez, escribe sobre cierta parábola -La lluvia del Dharma- del sutra del loto blanco:

"La parábola describe que, al igual que una nube derrama su refrescante agua sobre la vegetación de la tierra sin discriminación alguna, el Buda enseña el Dharma a todos los seres vivos. La lluvia del Dharma cae por igual, no hay algunos seres que recibirán más que otro. Aquellos que reciben la lluvia del Dharma, los seres vivos, es decir nosotros mismos, crecemos. Pero cada uno crece de acuerdo con su propia naturaleza. Cuando la lluvia cae sobre una palmera, la palmera crece. Cuando cae sobre una flor, la flor se vuelve más exuberante. Pero la flor no se convierte en una palmera ni la palmera en flor. Cada una crece alimentada por la misma lluvia, pero se desarrolla de acuerdo con su propia naturaleza. Asimismo, todos aprendemos y practicamos el mismo Dharma, pero cada uno se desarrolla espiritualmente a su manera aunque, al mismo tiempo, todos crecemos hacia la Iluminación."

A lo largo de mis 30 años de práctica me he ido dando cuenta de algunas cosas: Cambiar, transformarme, no era exactamente lo que yo pensaba que era y este mismo tipo de idea ha surgido también de mis conversaciones con muchas mujeres y hombre en el camino. A lo largo de este tiempo han cambiado en mi tendencias, estados mentales negativos, hábitos torpes, ideas sobre las cosas, etc., pero la mayoría de estas transformaciones no han ocurrido de la forma en que pensé que deberían ocurrir y el cambio que ha tenido lugar dista bastante de lo imaginado.

A menudo, la propia idea de querer cambiar y cómo hacerlo se puede convertir en un obstáculo que dificulta el crecimiento. El primer error al respecto queda muy bien ilustrado en la parábola de la lluvia: cada uno de nosotros crece según su naturaleza y, de ningún modo, alguien va a convertirse en roble siendo una margarita, ni falta que hace. Cambiar no significa transformarse en otro distinto, ya sea éste tu maestro, un amigo a quien admiras o alguna imagen idealizada que tengas sobre un "ti mismo" futuro.

Tal vez pensemos, acertadamente, que la impaciencia o la tendencia al enfado, quizás el exceso de actividad mental obsesiva, la falta de concentración y así un largo etc., son cosas dolorosas que necesitan ser erradicadas, que nos impiden crecer y estar contentos y lúcidos. Y hasta aquí todo mas o menos bien, pero...

Hay que tener cuidado con varias cosas, lo primero es que, si nos identificamos demasiado con esos aspecto que deseamos trasformar, puede que caigamos en falta de metta, que nos despreciemos por esa tendencia, digamos, obsesiva y tan poco espiritual. Con lo cual añadimos a la tendencia que queremos transformar un juicio muy duro de nosotros mismos, falta de flexibilidad y ausencia de amabilidad para con nosotros. Todo esto puede volvernos más obsesivos todavía, solo que ahora, además de dar vueltas a los asuntos habituales, daremos vueltas también a nuestra falta de pericia para dejarlos pasar.

Queriendo cambiar podemos seguir cultivando la ignorancia de siempre: "Oh! Mira ese precioso roble que bien está y esas margaritas, qué frescas y lozanas¡¡ Y sin embargo yo, una hoja de hierba a ras de tierra, sin apenas levantar cabeza y sin cambiar por más que lo intento. Yo, llena de enfado como estoy ¿dónde puedo ir?. Llena de impaciencia, con todo este lío que es mi vida; con esta falta de energía... Y ya llevo intentándolo tres años y nada ¿Qué hago mal? O acaso estará básicamente todo mal en mi vida y no podré cambiar."

Nos sorprende sentir enfado, frustración, envidia, tener deseos neuróticos, tener ansiedad o bloqueos de energía y, en nuestra sorpresa, quisiéramos arrancar todo éso de un manotazo, nerviosos y asustados de sentir lo que sentimos, de ser como somos. Y esos mismos nervios y miedos, esa misma falta de claridad impiden el proceso.

La rueda de la vida nos enseña cuál es la naturaleza de la existencia no iluminada, cómo funciona la mente ordinaria y sus causas. Si eres un ser humano, aunque es una cosa muy valiosa y de gran potencial, tienes como eje de tu funcionamiento un tipo de ignorancia sobre la verdadera naturaleza de la existencia que te llevan a dos movimientos básicos: querer agarrar lo que sientes placentero (avidez) y repeler tanto como te sea posible lo desagradable (odio o rechazo). Estos movimientos solidifican más y más la ignorancia que, a su vez, aumenta la actividad ciega del odio y el deseo neurótico.

La rueda es un espejo que te muestra en qué punto estás. Es así para cualquier ser humano no iluminado, aunque ciertamente podemos trabajar con dicha ignorancia y minimizar más y más los impulsos automáticos. Cuando la conciencia arroja luz sobre la verdad del estado de mente reactivo en que moramos, la ignorancia queda tocada y se abre una puerta que da acceso a una mente más creativa: ante lo desagradable podemos responder con paciencia, metta... ante lo deseable podemos responder con tranquilidad, contentamiento, generosidad...

Pero ¿y si no puedes?. Si hoy, una vez más, has respondido con enfado a cualquier cosa, o has despertado obsesionado con un tema, o ansioso, o deprimido ¿qué hacer? Si, una vez más, algo dentro de ti constata que no has cambiado. Incluso puede que esto mismo te pase con otros: miras a alguien y, una vez más, algo dentro de ti te afirma en la idea: "este sigue igual que siempre". ¿Qué hacer?. Abandonamos, dejamos la cosa, propia o ajena, por imposible, asumimos que la vida es así y que no hay caso, por lo tanto mejor dedicarnos a otra cosa. Bueno, siempre es una opción, pero...

Tengo una amiga que de forma intuitiva es una buena jardinera, esto se ve en el patio de su casa, que es una pequeña selva exuberante y hermosa. Ella me decía en cierta ocasión "Muchas de estas plantas las he recogido de la basura, la gente las tira porque están mustias o feas pero, con cuidado adecuado, ya ves, crecen y se ponen preciosas". Esto es lo que solemos hacer con nosotros mismos, nos tiramos a la basura porque estamos mustios o feos y, una vez en la basura y sin cuidados, ya no habrá remedio, salvo que alguien nos recoja, nos ponga tierra nueva, nos riegue y nos busque un sitio, bien a la sombra o al sol, depende de tu naturaleza.

Mi amiga, cuando encuentra una de estas plantas feas, mustias y tiradas, siente alegría y la recoge con la seguridad de que es una preciosidad en sí misma. Así que tal vez lo primero a hacer cuando, una vez más, nos encontremos en la basura, es recogernos.

En la tradición budista se dice que nuestro enemigo es nuestro maestro porque nos da una lección valiosa. Generalmente solemos creer que esto se refiere a alguien, un hombre o una mujer, pero yo creo que nuestro verdadero enemigo son nuestras torpezas. O sea, que puedo considera como un maestro todas y cada una de éllas y, en vez de tirarme a la basura, escuchar, contemplar, regar, no apresurarme en el juicio, valorar, buscar mejores condiciones (sol o sombra) un tiesto más pequeño o más grande.loto

Si, un tiesto más grande es muy adecuado. Haz de tu mente un tiesto más grande, de hecho ya lo es, solo que no te das cuenta. Así que tenemos esta situación: has vuelto a reaccionar, estás enfadado, obsesivo,... Pero ¿qué más hay? ¿Qué otros elemento hay en tu vida, en tu experiencia, ahora mismo y, si quieres, en general?.

Te reconoces con una actividad mental compulsiva, vale. Primera cosa a NO hacer: juzgarte como el mismo e imposible compulsivo de siempre. Primera cosa a SI hacer: darte cuenta que este reconocimiento ha sido posible porque hay cierta claridad: las sombras solo son identificables como tales si hay cierta luz.

Segunda cosa a NO hacer: tirarte a la basura por feo y mustio. Segunda cosa a SI hacer: seguir mirando, tal vez buscar más claridad respecto a lo experimentado porque es posible que estés creyendo: "esto es una actividad obsesiva de la mente" pero al mirar más profundo veas que algo te preocupa ¿Qué? ¿Tal vez no ser querido?.

Con un poco más de claridad podemos actuar de manera mucho más eficaz. Durante bastante tiempo creí que era perezosa (Hablo de meditación) e intentaba esforzarme más y más, pero no daba resultado. Un día mire más profundo (seguramente fue un día, y otro, y otro) y me di cuenta de que en realidad el problema era rigidez, exceso de auto-exigencia, y que en vez poner más y más esfuerzo sería mejor relajarme, relajar mi cuerpo con cuidado y gozo. Desde ahí, el esfuerzo era más integrado, verdadero y eficaz.

A la par, o como tercera cosa a SI hacer: seguir mirando más aspectos de tú experiencia, porque es muy posible, casi seguro, que junto con tu experiencia de ansiedad, o lo que sea, coexistan otras muchas cosas positivas y sería muy conveniente no poner solo el ojo en lo que no va bien. En el Libro de las Mutaciones dice: la mejor manera de combatir el mal es un decidido progreso en el sentido del bien, ya que cuando uno combate el mal golpe a golpe siempre sale perdiendo, ya que quedamos enredados en odios y pasiones.

De modo que tras descubrir nuestras tendencias torpes y, desde luego, no caer en embellecerlas, buscamos también otros aspectos de la experiencia más positivos y más agradable, y los cultivamos.

En vez de luchar contra el enfado o luchar contra la actividad obsesiva de la mente, buscar algo más en tu vida, en tu experiencia, y potenciarlo; no tiene que ser nada muy complicado, tal vez puedes dar un paseo por un lugar bello y así sosegar la mente; tal vez puedes recordar lo muy afortunado que eres ya que tienes amigos, vives en una sociedad acomodada, tienes libertad etc; tal vez puedes escuchar música; o, si estás en meditación, siempre es un buen recurso el cuerpo: sentir el cuerpo y relajarlo.

Esto es lo que yo llamo un tiesto más grande, y así la planta puede crecer y regenerarse, una mente más amplia, con conciencia de más aspectos de la experiencia y de la vida. Y también un vida más grande, traer a tu vida cosas valiosas, amistad, belleza, es un buen método de exorcizar lo que no va bien.

Claro que tal vez sea necesario un tiesto mas pequeño. Quizás estamos siendo demasiado ambiciosos y no tenemos en cuenta que crecer y trasformase es progresivo, que las enseñanzas han de poder echar raíces antes de crecer hacia afuera. Hemos de ser buenos jardineros y no solo de forma intuitiva, que está muy bien, también abriéndonos a aprender cómo acometer la tarea. Un buen jardinero aprecia tener macizos de preciosas y perfumadas flores, pero también emprende la tarea de quitar malas hierbas y remover la tierra para que se oxigene, de plantar semillas que por un tiempo serán invisibles. Acomete todas estas tareas con gozo, confiando y no solo esperando resultados. Como dijo el poeta "Nada es mezquino, ni cosa alguna baldía".

Por último me gustaría añadir, aunque no reflexionaré mucho al respecto para no hacer este escrito interminable, una cosa más a tener en cuenta. La experiencia que estamos teniendo y el concepto del que la acompañamos no son lo mismo. A veces, respecto a las experiencia negativas de nosotros mismos, puede que sea suficiente reconocerlas como duka, un aspecto más de duka y no añadir conceptos. Cuando en lo oído solo exista lo oído...

 

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