Silencio es leer, pensar a menudo, no dejarse llevar, pararse si es necesario. Pero silencio también es escuchar (cuando se hace para aprender) y situar en primera línea de fuego la reflexión sosegada. Se lee en el artículo del El País titulado ¿Te quieres callar? La importancia de gozar de dos horas de silencio al día.“De eso va el zen. De sentir esa calma en todo tu cuerpo y experimentarla cada día”, ilustra el monje Roshi Gensho Hozumi, del templo Tekishinjuku (Japón), en el documental In pursuit of silence(Patrick Shen, 2015).
¿Pero hay otras razones para estar en silencio? El neurólogo Pablo Irimia señala, en el mismo artículo, que el silencio facilita el control de la tensión arterial (baja el riesgo cardiovascular, previniendo, por tanto, dolencias del corazón e ictus) y predispone a los beneficios de una vida reflexiva. “El pensamiento profundo y meditado genera nuevas conexiones entre neuronas. Es decir, una vida intelectual activa, que requiere concentración y, por tanto, silencio, cumple un papel protector en afecciones neuronales.
Nosotros agregaríamos, que el silencio tiene un poder enriquecedor y transformador de la conciencia, que nos ayuda conectarnos con nuestras verdaderas necesidades, nuestra compasión y nuestra alegría. Te invitamos a tener momentos de silencio, momentos mindfulness.