Soy Irina y vivo en Asunción, Paraguay, en el corazón de Sudamérica.
Hace unos años me tocó pasar por una serie de eventos que me llevaron a sentir que algo se había roto dentro de mí. Parecía que lo tenía todo, que no tenía por qué sentirme triste… pero me sentía como si fuera un barquito a punto de naufragar.
Ahí fue que me crucé con una disciplina que parecía poder sacarme de esa espiral viciosa de estrés, ansiedad, tensión y tristeza: el Mindfulness
¿Solucionó mis problemas automáticamente?
No. (Las pildoritas mágicas solucionadoras de problemas no existen).
Pero algo dentro de mí sintió que ese era el camino.
Seguí… y aquí estoy.
Aquí y ahora.
Hoy siento que estoy creciendo más que nunca, disfrutando de cada momento y tomando decisiones conscientes (ya no en piloto automático).
Ahora bien, mi estudio del Mindfulness y Kindfulness no se limitó a escuchar unas meditaciones improvisadas y ya, o aceptar que esto era fantástico porque “…alguien me lo dijo…”
- Soy analista de sistemas, así que no podía quedarme en la superficie. Tenía que comprender todo esto en profundidad, de A a la Z.
- También soy hija, madre y hermana de médicos, así que tenía que entender cómo operaba el Mindfulness en el cerebro, y cómo las diferentes técnicas impactan en nuestro sistema neurológico.
- Y claro, como buena practicante de artes marciales, empecé a relacionar la mente y el cuerpo como nunca antes lo había logrado.
Seguí esa línea de estudio y primero hice el curso de 8 semanas de Mindfulness basado en el protocolo MBSR, y luego pude hacer la formación profesional en Mindfulness basado en el protocolo MBSR.
Fue después de eso, y en el contexto de la pandemia, que descubrí todo lo que el Mindfulness hacía por mí. Me sentía renovada, con más fuerzas, con una actitud más optimista aún en medio de una pandemia que nos tenía a todos estresados, ansiosos, con miedo, con pensamientos negativos, etc.
No es que la ansiedad, el estrés y los pensamientos negativos se habían ido; seguían ahí, pero ya los podía manejar mejor y tenía mejor control.
Desde entonces imparto talleres y cursos de 8 semanas de Mindfulness basado en el protocolo MBSR.
En esa época también conocí Respira Vida y ahí hice el curso de Mindfulness y Compasión para la Salud MBPM y luego, también en Respira Vida, seguí con el curso de Introducción a la Terapia de Compasión basada en los estilos de apego con Javier García Campayo.
Estaba tan fascinada con el tema y era tanto el bien que me estaba haciendo, que seguí capacitándome en esa dirección e hice el curso de 8 semanas de Mindful Self-Compassion, Mindfulness y Autocompasión (MSC) con la Universidad de Zaragoza a cargo de Javier García Campayo y Virginia Gasión Royo.
Un día, haciendo los cursos en Respira Vida, me entero de que mi mentor Dharmakirti Zuazquita lanzaba un libro de con el nombre de Kindfulness. En ese momento sentí que ese era mi destino y, cuando tuve a mi alcance el libro, lo devoré inmediatamente y supe, en el fondo de mi ser, que eso es lo que me llena, el Kindfulness es la combinación perfecta entre el Mindfulness y la compasión.
Desde ese día tuve el propósito de certificarme como Profesora en Kindfulness, un sueño muy acariciado. Hoy después de seguir la formación en Kindfulness puedo afirmar sin lugar a ninguna duda que el Kindfulness es una herramienta poderosísima, un protocolo que está más que probado y aprobado.
Más allá del impacto que tiene el Kindfulness en las personas en general, puedo afirmar lo que hizo por mí: volví a nacer con una óptica del mundo muy diferente, ya no con el sesgo hacia lo negativo.
Volví a nacer sabiendo que la vida era la misma, pero yo había cambiado y eso hace la diferencia.
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