Día 14 Gratitud hacia la enfermedad

Día 14 de 21 días de práctica (ir a la bitácora de todos los días (bitacora de todos los días)

Nuestra amiga Almudena Martínez, nos regala este retrato íntimo, donde agradece a la enfermedad todo lo que ha aprendido.

El demonio de la enfermedad

Tengo muchos demonios a los cuales, aunque parezca extraño, he de agradecerles muchas cosas. Pero especialmente quiero darle las gracias a uno en concreto, al demonio de la enfermedad.

A ese demonio que me ha estado acechando y me acecha desde hace casi quince años, a ese con el que he lidiado largas y arduas batallas creyéndome ingenuamente victoriosa; pero que resultaban ser muy devastadoras, mermando mis fuerzas y mis energías para un posterior combate que no tardaría en acontecer.

Si, a mis temidas y odiadas migrañas, a ellas son a las que quiero gratificar hoy, pero ¿cómo poder sentir gratitud a un trastorno que me ha producido y produce tanto sufrimiento, dolor y malestar, además de sentirme diferente e incomprendida por la gente que no las padece?

Pues les debo mucho, les debo haberme enfadado pero no con el enfado que conlleva la queja victimista que te adentra en un pozo cada vez más profundo del cual apenas puedes atisbar un ápice de salida. Sino al enfado de plantarte y decir basta ya, ese enfado constructivo que te impulsa, que te anima a moverte a buscar, a moverte a construir mejores condiciones.

Gracias a este demonio  he  aprendido a escucharme, a tener una conciencia más plena de  todo mi ser. He aprendido a aceptar que soy diferente al resto de personas que me rodean y que no hay nada funesto en ello, sino que simplemente he de descansar más, de cuidarme más que el resto.

Pero lo mejor de todo es que he dejado de luchar contra mi demonio, he aprendido a preguntarle y escuchar lo que necesita, he aprendido a atender sus necesidades. Porque al fin y al cabo nuestros demonios son solo eso, nuestras necesidades no atendidas. Pues bien, yo ya no combato más contra él, ahora se ha convertido en mi aliado.

Un aliado que me permite tener mayor energía para poder hacer cosas cotidianas que hace un tiempo me hubiesen resultado imposibles, un aliado que me ayuda a quererme más y estar de mejor humor, que me ayuda a tolerarme más y tolerar a los demonios que acechan a los demás, que me ayuda a valorar más la vida, a darle más importancia a mi salud y a la salud del resto de personas que cualquier otra cosa, que me ayuda a disfrutar más de las pequeñas cosas y a relativizar mis contrariedades. En definitiva un aliado que me está ayudando a ser más feliz.

Aunque de vez en cuando  se vuelve a transformar en demonio y viene otra vez a visitarme. Entonces yo pienso que es una señal de que tengo que parar, sea lo que sea he de dejar lo que estoy haciendo, acostarme, escuchar y respirar simplemente escuchar y respirar…